El Caracol
cono (Conus sp) es del género de moluscos gasterópodos que los
podemos encontrar mayormente en los trópicos, principalmente en los arrecifes
del Índico y del Pacífico.
Posee una especie de arpón cargado de
un veneno tan mortífero que paraliza instantáneamente a cualquier presa y que
podría matar a un ser humano.
Ahora, un equipo de científicos ha
descubierto que uno de los ingredientes de este cóctel mortal es una hormona
tan común como la insulina.
Esta hormona (insulina) es utilizada
para regular los niveles de glucosa en sangre de los animales, pero la que
utiliza el caracol cono como arma es la más pequeña conocida. Su estructura, de
tan sólo 43 aminoácidos, es fruto de una necesidad evolutiva de los caracoles:
causar un choque hipoglicémico en su presa que la paralice.
Para su estudio un equipo de
investigadores lograron reproducir una copia sintética de esta insulina que
probó con peces cebra, cuyos niveles de glucosa cayeron en picado. De hecho, ni
siquiera fue necesario inyectarla, ya que el mero contacto con ella a través
del agua consiguió disminuir su actividad.
El veneno del caracol cono es una combinación de más de cien compuestos
distintos y la composición del veneno varía según la especie. Entre esos
compuestos encontramos la tetrodotoxina, que es la misma toxina que utilizan
los pulpos de anillos azules y muchas otras especies. Hay
que destacar que no todas las especies de caracol cono son igual de venenosas.
Encontramos especies cuya picadura es como la de una avispa o inferior y
otras especies, como el Conus geographus que, si tienes la
mala suerte de que te pique, puedes acabar en el hospital muy grave o
directamente en el cementerio, ya que no existe ningún antídoto contra su
veneno.
Los caracoles conos son considerados
por algunos expertos como uno de los
animales más venenosos del mundo. Inyectan en sus presas una poderosa toxina a
través de una especie de arpón que pueden lanzar en cualquier dirección, tras
lo cual el pez queda completamente paralizado, lo que facilita que el caracol
lo trague entero.
Este veneno tan potente es una
necesidad evolutiva para un animal tan lento
como un caracol. Si no fuera instantáneo, la presa
podría escapar y morir demasiado lejos de su cazador. Se trata de depredadores
muy agresivos que cazan gusanos, moluscos y peces. Pero en ocasiones pueden atacar a otros caracoles cono.
Su táctica de caza predilecta es la emboscada, cuando detecta a una
presa potencial, primeramente orienta su boca hacia ella y carga el arpón de
veneno, y una vez que el caracol detecta que la presa está a una distancia
idónea, dispara el arpón paralizando a la presa casi al instante. El caracol
cono es capaz de comerse a presas más grandes que él.
Lo más tranquilizador es que, entre
las 600 especies de caracoles cono conocidas, la picadura de la mayoría no es
más molesta que la de una abeja. Pero algunos especímenes como Conus geographus son letales, hasta el punto de
que se han registrado más de treinta muertes de seres humanos. De hecho, este
animal también se conoce como caracol cigarrillo, debido a que tras una
picadura tan sólo daría tiempo a fumarse un último pitillo antes de morir.
No existe antídoto para este veneno,
y el tratamiento se limita a mantener con vida a la víctima hasta que ésta
expulsa la toxina de su cuerpo. Irónicamente, esta mortífera sustancia ha
atraído la atención de los científicos por sus aplicaciones. Gracias a esta
peligrosa sustancia se ha logrado sintetizar, por ejemplo, analgésicos mil
veces más potentes que la morfina.
Científicos han logrado utilizar
una de las proteínas que conforman el veneno para sintetizar calmantes, y
también podría utilizarse en un futuro para tratar la epilepsia, el párkinson y
otras enfermedades neurodegenerativas. Ahora, la insulina de este caracol se
convertirá en una herramienta para estudiar cómo el ser humano regula su
metabolismo. Gracias a los investigadores, una de las sustancias más tóxicas
del océano tendrá una aplicación beneficiosa.